Primeros días en Francia

Soy Sergio García y voy a contarte como fueron mis primeros días en Francia y como integrarse en un nuevo país de manera radical a la vez que eficaz.

¿Por qué vivir en Francia?

Ya en el instituto tuve mi primer contacto con el francés, y a pesar de no interesarme lo más mínimo, tuve francés como asignatura optativa un par de años. Por su puesto nunca barajé la posibilidad de vivir en Francia ni en el extranjero. Siempre se me dieron bien los idiomas, aunque nunca pensé que fuera dedicación, sino más bien gracias a las series y videojuegos en version original.

A los 25 años obtuve mi primer empleo con un contrato indefinido, el cual me daba posibilidades de promoción. Suerte la mía, ya que en Francia mi empresa todavía no existía. Pero cuando hubo la primera inauguración en 2013, postulé para ir como empleado de apoyo y ayudar los primeros días a que todo saliera bien. Desafortunadamente no fui seleccionado a pesar de tener muchas ganas de vivir esa experiencia.

Unos días después de que aquella aventura empezara recibí una llamada de la directora de recursos humanos justo una hora después de acabar mi jornada alrededor de las 17:30.

+»¿Qué tienes que hacer esta semana?» me preguntó.
-«Pues trabajar Patri, qué voy a tener que hacer?» le contesté.
+»¿Te quieres ir a Francia?» Me dijo, y yo no comprendía nada porque aquello ya había comenzado y entonces me explicó que hubo 70 abandonos de puesto y que necesitaban 2 personas más de Badajoz con lo que acepté encantado.
+»Tu avión sale mañana a las 7 a.m. desde Lisboa y puedes pasar esta noche allí en un hotel» me dijo, y justo cuando acabé la conversación salí corriendo a comprarme una maleta. ¡Porque no tenía!

¿Cuánto tiempo quedarse en Francia?

Esta parte evolucionó muy rápido. En principio mis primeros días en Francia estaban destinados a ser los últimos ya que mi billete era de Martes a Domingo, con mi correspondiente día de descanso durante la semana. Así pues, mi estancia en Francia no debía de durar más de 4 o 5 días, ¡En principio!

Pero después de los primeros días en Francia, la directora de recursos humanos que venía de apoyo, me dijo que si quería pasar el resto del mes de diciembre allí para seguir ayudando. Todo eran comodidades, viviría en el hotel, un taxi estaría esperándome cada día para ir a trabajar, y otro cuando terminara mi jornada. Por su puesto también se encargaban de las dietas y de los billetes de avión que me permitirían pasar la navidad con mi familia.

No podía decir que no. ¡Aquello era super divertido! Gente de toda Europa había venido para este gran acontecimiento que estaba generando 50.000€ cada hora. Y seguimos trabajando hasta que llegó el 4 de enero y teníamos que volver a casa. Ese mismo día la misma persona volvió a hablar conmigo para pedirme que me quedara hasta el 28 de enero. Una vez más dije que sí porque aquello me permitía seguir haciendo turismo conocer nuevas personas y crear más y más buenos recuerdos para el futuro. Y entonces llego finales de enero y esa persona a la que tanto había agradecido que me pidiera quedarme, me hizo una pregunta que cambiaría el resto de mi vida.

¿Quedarse en Francia definitivamente?

Los primeros días en Francia habían pasado, era la hora de decidir si quería dar el paso hacia una nueva vida, realmente diferente. No se trataba sólo de independizarme, ya que hasta ahora seguía viviendo en casa de mi madre, sino de irse a vivir completamente solo, a un país que no conocía donde no hablaba la lengua, ni sabía las leyes, ni costumbres… Pero una frase se me quedó grabada: «Tienes un futuro en Francia».

Después de aquel día, volví a mi ciudad natal, y todo seguía como siempre, yo seguía trabajando en el mismo sitio mientras en Francia arreglaban todo para poder instalarme definitivamente. Y un par de meses después, la última semana de marzo, me llamaron para decirme que el 1 de abril empezaba a trabajar en Francia definitivamente. Y entonces fue, que tomé el primer vuelo de mi vida con un billete de sólo ida.

¿Qué se siente al llegar a Francia?

Al principio del viaje nervios, miedo al fracaso, incertidumbre, falta de seguridad. Pero luego, una vez que llegas sientes esperanza, oportunidad, orgullo y anonimato. De alguna forma acabas de empezar a vivir y tratas de ir con pies de plomo, ser una mejor persona, corregir errores del pasado, causar buena impresión y darte motivos para creer que eres capaz de sobrevivir esta nueva etapa de tu vida.

Los primeros 30 días estuve alojado en un hotel en el centro de la ciudad. Como meses atrás, disponía de un taxi que me llevaba al trabajo y me traía de vuelta. Entre tanto debía buscar donde iba a vivir definitivamente y esa fue la primera situación complicada que se me presentó.

Buscar apartamento en Francia

Imagínate… Llevaba más de 25 años viviendo en casa de mi madre, con todas las comodidades que eso puede ofrecer. Llego a Francia y me muevo en taxi sin ningún coste, durmiendo en un hotel de 4 estrellas con calefacción desayuno, cocina, etc… Y cuando llego a la inmobiliaria preguntando por un apartamento disponible, el único que me podía permitir estaba a sólo unas calles detrás del hotel. Pero quien conoce La joliette en Marsella sabe que ese barrio tiene dos caras: una zona para nuevos ricos con zonas residenciales último modelo con todo tipo de comodidades, y la otra, a sólo unas manzanas del barrio más pobre de Europa.

El día que me enseñaron el piso casi había que pedir permiso para abrir el portal. Justo al lado hay un «salón de thé» no muy bien frecuentado, al entrar por la puerta de abajo me anuncian que es un edificio construido en 1899, y que mi apartamento está en un cuarto piso. Por supuesto la ausencia de ascensor la tenía asumida, pero esa diminuta escalera de caracol con peldaños torcidos y baldosas rotas le daban un toque aún más amargo.

Al llegar a la cuarta y última planta, la puerta de entrada a mi apartamento me recordaba a la puerta de madera de mi habitación en casa de mi madre, sólo que con una cerradura… Pregunté varias veces si era normal que esa fuera la puerta de mi casa y si iba a ser la puerta definitiva… ¡Qué iluso!

Sin otras opciones tuve que aceptar y vivir en esos 31 metros cuadrados. Sólo que cuando intenté pasar la primera noche, tenía tanto miedo, que volví a dormir al hotel, y estuve el resto de mis 30 primeros días en Francia saboreando la tranquilidad que te da una puerta blindada.

Adaptarse a la nueva vida en Francia

Varias semanas después, harto de levantarme a las 4:00 a.m. para coger el primer bus hacia mi trabajo a las 4:47 y esperar a las 5:00 en el terminus hasta que el segundo autobús llegaba a las 5:10 y me dejaba a las 5:35 a unos 20 minutos a pié de mi destino, decidí que tenía que venir a Francia con todo. Así que aproveché un fin de semana que tenía libre para pillar otro vuelo de sólo ida hacia mi casa en Badajoz, ya que la vuelta me la haría en mi gran compañero de viajes: mi Peugeot 405 de 1992

Peugeot 405 ’92

Llené el coche con absolutamente todas mis cosas, no sólo más ropa sino el ordenador, la consola, mis juegos, la tele y otras tantas pertenencias que harían mi estancia en Marsella mucho más agradable. El día de la vuelta salía a las 4:00 a.m. de mi casa en Badajoz, con 3 bocadillos enormes para el camino, los cuales me iba comiendo mientras conducía. Paré sólo dos veces para llenar el depósito y seguir la ruta y a las 21:30 estaba ya en Marsella.

Después de descargar todo haciendo más de 10 idas y vueltas al coche para traer las cosas, mi día no acababa ahí, ya que me habían invitado a un cumpleaños de un compañero de trabajo y por su puesto había que asistir. Así que fue en torno a la 1:00 a.m. que llegué a la cama absolutamente muerto de cansancio.

Las semanas siguientes empecé a hacer un poco de turismo y terminé conociendo la ciudad poco a poco como podéis ver en el vídeo.

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